Estaba
embarazada y le diagnosticaron un cáncer. Debía iniciar un agresivo tratamiento
que podría curarla, pero que mataría al bebé que estaba en su vientre. Rechazó
someterse a quimioterapia y entregó su vida por la salvación de su hijo. Una
madre coraje de 28 años que murió feliz y que no se dejó arrugar por el lobby
abortista.
Chiara
Corbella, conoció a Enrico, con quien se casó pocos años después. Juntos
compartieron la fe y su pasión por la música. Pronto supieron que esperaban una
hija, María. El embarazo se complicó y el médico les dijo que su pequeña
vendría al mundo con problemas de salud. Pese a ello, el aborto no pasó en
ningún momento por la mente de este joven matrimonio. “El momento en el que la he visto
ha sido un momento que no olvidaré jamás. En ese momento he entendido que
estábamos unidas en la vida aunque no pensaba en el hecho de que ella estaría
poco con nosotros. Ella estaba unida a mí por la vida, porque era mi hija”,
dijo la madre tras dar a luz a María, quien fue bautizada y murió solamente
treinta minutos después del parto.
Y es que
Chiara y Enrico estaban convencidos de que la vida y la muerte no dependen de
una persona, sino de Dios. “Aquella media hora no me pareció poco. Fue
una media hora inolvidable. Si hubiese abortado, pienso que no podría recordar
el día del aborto como una fiesta, un momento en el cual me hubiera liberado de
alguna cosa. Pienso que habría sido algo que se quiere olvidar, un gran
sufrimiento. El día del nacimiento de María, en cambio, podré recordarlo
siempre como uno de los momentos más bellos de mi vida”, explicó Chiara
en una conferencia cuyo vídeo ya han visto más de cien mil personas en
internet.
Tras la
pérdida de María, sus padres querían tener otro hijo. Chiara se quedó
embarazada y, a los pocos meses, los médicos le dijeron que su hijo David
nacería con gravísimas malformaciones. No se plantearon abortar y el pequeño
vino al mundo. Fue bautizado antes de que se apagase su pequeño corazón a los
pocos minutos de nacer. Enrico y Chiara eran un matrimonio totalmente abierto a
la vida y en 2010 ella se quedó embarazada por tercera vez. En esta ocasión de
Francisco. Las ecografías mostraban que, a diferencia de sus dos hermanos, el
bebé venía con una salud de hierro.
El
pequeño vino al mundo el 30 de mayo de 2011. Doce meses después, su madre le
escribió una carta por su primer cumpleaños. En ella le decía:
“Voy al Cielo para ocuparme de María y David, tú quédate aquí con papá. Yo
desde allí rezaré por vosotros. Eres especial y tienes una gran misión. El
Señor te ha elegido y yo te mostraré el camino a seguir si abres tu corazón.
Confía en mí, vale la pena. Mamá”. Además dejó escritas unas letras a
su marido donde le pedía que no estuviese triste, ya que “ahora voy allí y puedo cuidar de
María y David. Tú quédate aquí y cuida bien de Francisco”.
Un niño
totalmente sano gracias a la entrega de su madre, quien inició sus sesiones
contra el cáncer con cuatro meses de retraso. Eso la debilitó mucho e hizo que
perdiese la vista de su ojo derecho. Pero siempre tuvo presente que lo había
hecho por amor y eso le daba felicidad en medio del dolor físico. Una felicidad
que siempre mostraba con una sonrisa de oreja a oreja y con un brillo especial
en su mirada. A veces, incluso, se sentía con fuerzas para bromear e ironizar
sobre su muerte.
Chiara
murió rodeada de amigos y familiares el pasado miércoles 13 de junio de 2012.
Su último mensaje de móvil se lo envió al sacerdote de su parroquia. En él
decía una escueta pero profunda frase: “Estamos con las linternas encendidas,
esperamos al Esposo”.
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