lunes, 3 de mayo de 2021

El artista Miguel Sánchez antiguo alumno de FP pinta escenas costumbristas en los muros de su casa

Street art se traduce habitualmente por arte urbano. Literalmente significa «arte en la calle». Y eso es lo que está haciendo desde hace un año el artista vigués Miguel Sánchez Pereira, solo que él vive en la parroquia de Sampaio, en el Vigo rústico que aparece al poco que nos desviemos del centro del plano de la ciudad. La apariencia cosmopolita se desdibuja rápidamente dejando paso a la vertiente auténtica de una ciudad que creció muy rápido, pero que conserva el ritmo pausado, el olor a monte y el sonido de las gallinas y los pájaros.

En ese apacible entorno se mueve Miguel, que agobiado por la pandemia, y al paralizarse las clases que impartía y las exposiciones en proyecto, decidió que los muros de su casa familiar eran un lienzo más que perfecto para ocupar su mente y dar salida a su creatividad. El hogar familiar está rodeado de más de 50 metros de muros y poco a poco, mes a mes de confinamiento y de restricciones varias, el artista ha ido completando un pequeño museo al aire libre con lienzos de temáticas variadas y estilo realista.


El experimento le ha permitido, además, encontrarse a vecinos que ni sabía que existían porque nunca antes se habían manifestado: «Ahora estoy conociendo a gente que vivía por aquí, pero que no me había encontrado nunca. Ahora vienen a ver las obras y me hablan», cuenta. También se paran en seco muchos paseantes que no se esperan el Museo del Louvre en las paredes de la empinada calle Camiño do Monte. Y algunos, cuando le pillan en plena faena pincel en mano, participan: «Yo los pongo a todos a colaborar, a niños y a mayores», asegura. «Esto es arte rural», afirma el autor recién iniciado en Instagram que ha impregnado de aire clásico un paisaje en el que los frescos conviven en simbiosis perfecta con berzas que asoman tras su huerto, escenas en estancias palaciegas, bodegones y hasta reproducciones de cuadros célebres como La Sagrada Familia de Murillo en la puerta del garaje. Las temáticas se suceden en cambios abruptos. De un templete romano a un paseo por la sabana entre elefantes y otros animales salvajes, que copia con todo detalle de fotografías que busca por Internet. «Aún me queda mucho muro por pintar y el siguiente, ya en marcha, es una cabaña con un río y con caballos», confiesa.


El artista continúa con su museo al aire libre en la parroquia de Sampaio, hasta que se le acabe el lienzo que perimetra su casa. Asegura que todavía no sabe cuáles serán las próximas obras del escaparate pintado con acrílico. «Quizás una calle de Vigo», apunta como posibilidad.

La iniciativa le ha acercado también a nuevos clientes que no solo quieren comprar obra suya. «Algunos quieren que pinte los muros de sus casas. Y yo los pinto encantado», afirma. Miguel Sánchez, de 56 años, lleva media vida viviendo del arte que le salió al encuentro por casualidad, mientras se preparaba para dedicarse al sector de la electrónica. «Estudiaba en el colegio Montecastelo y quería ser inventor», explica.

Alumno de Fernando Artal

Pero su profesor de dibujo técnico, Fernando Artal, era también uno de los docentes más reconocidos en el ámbito local de las artes plásticas. Le pareció que apuntaba maneras y le invitó a asistir a sus clases particulares. «Se me daba fatal y le dije que muchas gracias, pero que no era lo mío», recuerda. Pero Artal insistió y tras una temporada trabajando en Citroën, que dejó enseguida, al final el joven vigués aprendió y terminó disfrutando de aquello hasta tal punto que decidió que el arte era a lo que quería dedicarse profesionalmente. Según cuenta, desde los 24 años así ha sido, combinando la realización de exposiciones e impartiendo clases en varios colegios y a adultos en varias entidades y actualmente en la parroquia de Santa Clara.

De aquella etapa de iniciación en la profesión recuerda con especial cariño el colectivo de artistas que se formó alrededor del profesor Artal y que como asegura, fue por aquel entonces el primero que reivindicó la creación de una facultad de Bellas Artes en la Universidad de Vigo, que finalmente se consiguió.

La Voz de Galicia

Begoña R. Sotelino

Fotos: Xoan Carlos Gil

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