En primer lugar, visitaron la
zona de animales domésticos: gallinas y pollos, conejos, caballos, vacas,
ovejas, el simpático burro, los cerdos… Luego, la difícil tarea de ordeñar una
vaca “artificial” para pasar luego al tiro con arco. Fuentes bien informadas
han asegurado que la diana usada por los intrépidos deportistas se podrá usar
en múltiples ocasiones, dada la escasa puntería de los más pequeños.
Competiciones de fútbol, carreras de sacos –es una pena que aún no sea
disciplina olímpica–, y otros juegos hicieron que la tarde pasara en un
plisplás, y llegase la cena y el siempre emocionante momento de la noche. Los
padres aprovecharon la tertulia para comentar algunos aspectos de interés
educativo, mientras recomponían las fuerzas agotadas del día, en la paz y
tranquilidad de la noche.
El día siguiente, tras el
completo desayuno, se aprovechó para hacer una ruta de senderismo por A Laxe,
mientras se hacía tiempo para que llegasen las mamás, con el resto de la
familia, que vivían la incertidumbre del estado en que iban a encontrar a hijos
y maridos. Pudieron escuchar de viva voz los relatos de sus hijos sobre la
cantidad de experiencias vividas, y compartieron gestos y miradas con sus
maridos. Tras la Santa Misa, comieron todos juntos y disfrutaron de la tarde en
compañía. Esta vez fueron los más pequeños quienes hicieron de guías de sus
madres y hermanos del recorrido por las instalaciones.
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