lunes, 26 de septiembre de 2016

Tres familias de Montecastelo en la JMJ de Cracovia



El que han calificado como “el mejor verano de nuestra vida” ha estado protagonizado por tres familias de Montecastelo –24 componentes en total–, que viajaron por toda Europa para asistir a la Jornada Mundial de la Juventud en Cracovia (Polonia) con el Papa Francisco. Hasta salir definitivamente por las carreteras de Europa, el reto más importante de esta sencilla aventura había sido el organizativo. Tres matrimonios y 18 niños de entre 4 y 16 años. Conseguir que la aventura no fuera ni una odisea, ni una locura: ese era el verdadero reto.

“Detrás de estas vacaciones sobre ruedas había su intendencia. El viaje debía ser económicamente viable para todos y por eso le dimos mil vueltas al presupuesto, al gasto en combustible, alojamientos, comidas, etc. Queríamos aprovechar el viaje hacia Cracovia para conocer también algunas ciudades del centro de Europa. El destino JMJ nos pareció una estupenda oportunidad para despertar inquietudes en la sensibilidad y cultura en nuestros hijos”, comenta Evaristo Alonso, Presidente del APA de Montecastelo y protagonista de esta expedición.

Pero no fue el único reto que tuvieron que superar: no era fácil el acceso al Campo de la Misericordia, donde se iba a desarrollar la JMJ, ya que los accesos por carretera estaban cortados. Finalmente, dando un rodeo lograron llegar todos al lugar para participar en la vigilia, acampar y pasar la noche y asistir a la Santa Misa del domingo desde la enorme explanada.


“La semana siguiente la pasamos haciendo excursiones a los maravillosos lagos, bosques, montañas y castillos de la zona. Fuimos a Praga, donde pudimos ver su castillo, la catedral, el puente de Carlos. Paseamos en barco por el río Moldava y rezamos ante el Niño Jesús de Praga. Pasamos un día en la preciosa Hallsttat (Austria) disfrutando de su entorno y sus casas de cuento. Conocimos Viena, Salzburgo y la medieval Cesky Krunlov”, nos comenta José Luis Prieto, otro de los asistentes y organizadores de la aventura. Fueron unos días de intensa convivencia familiar por toda Europa. Allí por donde pasaban llamaban la atención por la cantidad de niños de la expedición y aprovecharon para contarles a todos de dónde venían y por qué estaban allí. Tanto para niños como para adultos, la opinión es unánime: “ha sido el mejor verano de nuestra vida”.

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